Comentario
Al final de los años cincuenta, el régimen instaurado tras la guerra civil va a sufrir importantes cambios que le alejan de sus orígenes y le permiten obtener mayores apoyos, aunque éstos sean pasivos. En el campo jurídico-político se cierra la etapa del desarrollo y se abre la de la institucionalización, que tendrá su máximo exponente en la Ley Orgánica del Estado y en la proclamación de don Juan Carlos como sucesor a la Jefatura del Estado.
En materia económica se cierran las políticas autárquicas que habían supuesto un abrazo del oso del Estado a la economía española. El Plan de Estabilización inicia una nueva etapa en la que las autoridades pierden miedo al mercado. Junto a la liberalización económica se va a producir una profunda transformación social y cultural. España desde finales de los años cincuenta entra, con gran rapidez, en un nuevo estadio de desarrollo económico, que se puede describir como sociedad de consumo: una sociedad urbana, secularizada y con mayores recursos educativos.
Pero junto a las reformas estructurales, se asiste a otros cambios que afectan a la vida del Régimen, por ejemplo, la inserción en Occidente, el fin de las familias y la división de la clase política, el incremento de la oposición y de los movimientos sociales, la introducción de una negociación colectiva tutelada y, sobre todo, una profesionalización de la Administración que permitirá una progresiva separación entre Estado y Gobierno. Estos cambios nos permiten hablar de un punto de inflexión en el régimen de Franco y la apertura de un proceso que configura lo que es la España actual. Nos encontramos, pues, ante un tiempo histórico de liberalización sin democracia en el que se configuran los orígenes de nuestro presente. La segunda mitad de la dictadura de Franco es todavía un tiempo presente en el que una joven historiografía convive con otras disciplinas de las humanidades y las ciencias sociales, coexistiendo, además, con la memoria viva de los españoles.
La muerte de Franco puso fin al Régimen, ya que en términos weberianos se presenta un factor decisivo para el mantenimiento del mismo, pero precisamente por ello no existe posibilidad alguna de sucesión, y su muerte obliga a un replanteamiento general de la vida política, hecho que corresponde a la transición.